El “Dolce far niente” o el arte de no hacer nada

Aprender a cultivar el noble arte de no hacer nada actualmente es un desafío casi tan exigente como preparar la escalada al monte Everest, porque seamos honestos, vivimos en la época del productivismo exacerbado, del multitasking, donde se glorifica el hecho de estar siempre ocupado, y donde se ha profesionalizado el tiempo libre (yo la primera).

Todo es intensidad, frenesí, listas de tareas interminables, pero no se tiene en cuenta que no hacer nada, es en realidad hacer mucho; y es que, olvidar todo por un momento y entregarse al hedonismo puro es una ardua tarea; pero también una necesidad, y conlleva mucho esfuerzo por nuestra parte. Debemos cultivar la habilidad de disfrutar y saborear el presente, de vivir el momento, pero de manera consciente, relajada y descansada.

Olvida el “debería estar haciendo”, desconecta de tu vida cotidiana, de las preocupaciones, de las prisas, dale un descanso al cuerpo, deja que tu mente se oxigene, y recarga energía. El estrés se queda a un lado, busca momentos de desconexión, aléjate del ruido mental, que todas estas cosas que hemos enumerado genera, y conságrate al placer de la cero presión, a relegar el ritmo frenético de la cotidianeidad, relájate y disfruta. No permitas que la languidez te atrape, y práctica el dolce far niente.

No dejemos que la prisa y otras enfermedades similares de la vida moderna, nos impidan disfrutar de nuestro propio descanso, porqué el descanso no es ningún privilegio, es una NECESIDAD.

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